El rascado es una conducta natural y necesaria en esta especie siendo habitual en hembras y en machos. Esta conducta suele comenzar alrededor de la quinta semana de vida del gatito y la usan para marcar el territorio visual y olfativamente (gracias a la feromona interdigital felina), mantener sus uñas en buen estado y estirar la musculatura de la espalda después de un tiempo de descanso.
Aunque los expertos recomiendan permitir el rascado de tu gato, esta conducta suele ser motivo de conflicto en el hogar, sobre todo si se dirige contra los muebles de la casa. Esto
¿Cómo evitar que rasquen los muebles?
Elige un rascador adecuado para tu gato: debe ser lo suficientemente alto para que pueda estirarse y estable para que no se mueva y pueda caerse. El rascador debe colocarse en el centro del territorio del gato o en la habitación donde más tiempo pase, aunque también es ideal ubicarlo cerca de sus lugares de descanso.
Enriquecimiento ambiental: proporciónale un entorno adaptado con los elementos adecuados para que puedan desplegar los comportamientos propios de su especie. Puedes mejorar su hábitat con estructuras elevadas que le permitan trepar, estructuras para huir y esconderse (como una caja de cartón), proporcionarle oportunidades para juegos de caza…
Refuerzo positivo: anímale y prémiale cuando use la superficie adecuada para arañar. ¡Incentiva el rascado positivo!
Limpia las marcas de rascado existentes: como hemos comentado, los gatos dejan una marca visual y olorosa al rascar que marca su territorio. Limpia todos los arañazos con agua y jabón para quitar estas marcas y evitar que tu gato vuelva a estos mismos puntos de rascado indeseado.
Uso de feromonas sintéticas: ayudan a reducir la ansiedad del animal y evitan que rasque donde no debe. En Petiberia puedes encontrar productos de este tipo. No dudes en preguntarnos si tienes alguna duda.
Considera si está estresado: si observas que tu gato araña más de la cuenta, orina o defeca fuera del arenero, se lame compulsivamente, si ha habido cambios en el hogar, un nuevo gato, ruidos en el exterior, cambios en su rutina diaria… es posible que esté sufriendo ansiedad. Los gatos pueden demostrarla incrementando aquellas actividades que les hacen sentir más seguros, como por ejemplo la conducta de marcaje. La ansiedad prolongada incrementa el riesgo de padecer enfermedades: un etólogo especializado puede ayudarte a detectar qué es aquello que está estresando a tu gato.